30 de marzo de 2011

En Espíritu y Verdad

                                 
 
El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna"Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.  Juan 4, 13-14; 23-24
                                                                            
                                     
            El Evangelio del pasado domingo es de una riqueza y un simbolismo inagotables (Juan 4, 5-42). Cada vez que lo releo descubro nuevas claves, imágenes, resonancias que en lecturas anteriores habían pasado desapercibidas. Volveré sobre él cuando se vayan “asentando” los últimos hallazgos.
            Apuntar a lo más alto, dejarnos de remedios pasajeros y vanas ilusiones. No conformarnos con charquitos o aguas estancadas que, en lugar de apagar nuestra sed, la acentúan. Dejar de acumular no sólo lo material, lo externo, sino también todo aquello que, aun siendo no material, no se sintoniza con su Espíritu, con la cima que es su enseñanza, su agua viva, su palabra verdadera.
            Él nos habla en espíritu y verdad, y quiere ser respondido de la misma forma. Él y nuestro corazón abierto, receptivo, atento, comunicándose. Sólo hay que escucharle dentro del corazón porque está ahí.
            Al amarnos se entrega por completo y nos pide lo mismo, que nos demos sin reservas, sin mirar hacia otro lado, sin poner añadidos artificiales a Aquél que adoramos. Entonces, desnudos también de todo lo que nos sobra, podremos amarle con nuestra esencia, que es espíritu y verdad.
            Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, por eso no pueden llenarnos las cosas del mundo, por mucho que intentemos sacralizarlas.
Él se encarnó por nosotros, pero ya antes ERA y, después de subir al Padre, siguió siendo. Somos llamados a esa vida de plenitud, pero si nos conformamos con lo inmediato y efímero, aunque sea bueno, si no nos atrevemos a ir más allá, siguiendo Sus huellas, no llegaremos a lo más sutil, lo sublime, el amor absoluto.
Sat Cit Ananda (Ser, Conciencia, Bienaventuranza), se dice en sánscrito, uno de los idiomas más antiguos y de los más espirituales. Pero es más, infinitamente más de lo que se pueda decir con palabras de cualquier idioma. Ni ojo vio, ni oido oyó. Que venga a nosotros Su reino, ahora, en este mundo con el que cada vez nos identificamos menos cuando logramos vivir en Su presencia, tan real y transformadora como hace casi dos mil años, junto al Pozo de Sicar.


            De entre tantos que han escrito sobre el tema, he escogido tres miradas, tres voces de tres épocas y lugares diferentes, que coinciden en lo esencial. Pero no podemos quedarnos en la superficie de las palabras. Si no lo experimentamos personalmente, por mucho que leamos y escuchemos, por muy sugerentes que resulten, son palabras muertas, incapaces de llegar al corazón, despertarle y abrirle. Sólo Él puede hacerlo. Las reflexiones de otros caminantes son valiosas si nos animan a buscar la propia experiencia. Solo entonces se convierten en consejos vitales, puertas o senderos hacia niveles más profundos de comprensión. Porque Él es la Puerta; Él es el Camino.


            Si te imagino, mi Dios, en cualquier forma o en cualquier cosa que tenga forma, me convierto en un idólatra.
            Él mismo nos dice: “Os conviene que me vaya. Si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros.”
                                                                                   Guillermo de San Thierry


            El Espíritu Santo y la necesidad de la oración son los mejores maestros; y no tendríamos necesidad de libros ni de fórmulas si tuviéramos todos los mismos sentimientos, y si poseyéramos el Espíritu Santo de la oración.

                                                                                   Johann Georg Gichtel


            Adorar a Dios “en espíritu” supone abandonar las formas materiales que nos aprisionan; y “en verdad”, es liberarse de las ilusiones, de las apariencias.
            Si habéis purificado, iluminado vuestro santuario interior, dondequiera que estéis, vuestra plegaria se elevará hasta el trono de Dios.

                                                                                   Omraam Mikhaël Aïvanhov


21 de marzo de 2011

La "Pietà" de carne y hueso. La obra es uno mismo

Y nunca mejor dicho, si miramos la réplica viviente de La Piedad de Miguel Ángel. La encontré hace casi un año junto a la Iglesia de San Ginés, en la calle Arenal. Dos horas después volví a pasar y allí seguía, impasible a las fotos, las miradas, las monedas.
En lugar de mármol, carne y hueso, sometidos a la inmovilidad por el esfuerzo de una voluntad bien adiestrada. Atención, concentración, sacrificio consciente y necesario, con una mínima o inadvertida tensión. La pasividad activa o la actividad pasiva, en una de sus más hermosas expresiones.
La obra es uno mismo; sus cuerpos, su calma, sus dolores, su silencio, son los materiales que trabajan, modelan, hacen dóciles para que sirvan a la obra, a su verdad y su belleza.
Es una escultura efímera; apenas unas horas de quietud atenta y cansancio progresivo. Pero si esa atención sostenida es de calidad, si se sobrepone a las distracciones, los diálogos internos y el cansancio, hará que la obra sea más duradera que una escultura de piedra o de bronce, porque perdurará en dimensiones no visibles, las que están más allá del tiempo, de los sentidos y sus límites.

14 de marzo de 2011

La Pietà Rondanini



¿Es menos hermosa la Piedad Rondanini, esculpida por Miguel Ángel al final de su larga vida, que la del Vaticano, creada en plena juventud?
Trabajó en ella hasta la víspera de su muerte, por eso dicen que es una obra inacabada. ¿Qué es una obra acabada? ¿Se acaban las obras? ¿Dónde reside la belleza? ¿Dónde el arte? ¿Quién crea? ¿Hasta cuándo se crea?


            En las horas de oración, algunas veces me considero como una piedra ante un escultor que quiere hacer de ella una escultura; presentándome así ante Dios, le ruego que forme en mi alma su perfecta imagen y me haga totalmente semejante a Él.

                                                               Fray Lorenzo de la Resurrección

La Pietà




                                                   Fotografías de Robert Hupka


           Alguien preguntó a Miguel Ángel por qué había esculpido el rostro de la Madre tan joven como el del Hijo. Respondió: "Aquellos que están enamorados de Dios no envejecen nunca."


My Sweet Lord

 




No faltaba tanto, ¿verdad, George?



            Mi corazón se ha abierto a todas las formas: es pasto para las gacelas, convento de monjes cristianos, templo de ídolos, la Kaaba del peregrino, las tablas de la Torah y el libro del Corán. Practico la religión del Amor. En cualquier dirección en que sus caravanas avancen, la religión del Amor será mi religión y mi fe.

                                                                                   Muhyi’ d-Dîn ibn ‘Arabî