Evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.”
Cristo del Perdón, Luis Salvador Carmona |
Lucas 23, 42
Si leemos superficialmente el Evangelio de hoy, el tono del Maestro en su anuncio profético puede resultar amenazador e inflexible. Con una lectura más atenta, entendemos que está mostrándonos el funcionamiento de la Ley del Amor. ¿Cómo va a ser juez implacable el que dio Su vida en rescate por nosotros? Pero si profundizamos aún más, nos vamos acercando al corazón de Su Enseñanza. Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Uni-Verso, Uno, Único, el Verbo encarnado, muerto y resucitado para que todos seamos Uno en Él.
Vivir ya en el Reino pasa por la pobreza de espíritu que hace morir a uno mismo, negarse a uno mismo, para descubrir al Rey, y a los demás en Él. Solo así somos capaces de amar más allá de sensiblerías, cuando somos capaces de decir: "No yo, sino Cristo en mí" (Gálatas 2, 20). Es Él Quien ama en ti y a Quien amas cuando sirves, ayudas, entregas tu vida por los que tienes cerca.
¿Cómo reina Jesucristo en el mundo? Él ha de ser rey de tu corazón, de tus pensamientos de tu cuerpo, de tus bienes, de tu tiempo y de tu voluntad, de todo tu ser. Ha de ser el Señor de tu vida, gobernando sobre ella, llenando de Su gloria y majestad todo, con su cetro, que no es de oro, sino que es Su Corazón traspasado en la cruz, su corazón abierto dando vida.
No he de hacer, sino dejarme hacer en todo lo que soy, fui, seré, tengo, tuve, tendré. Él va colonizando mi existencia, la llena de Sí ahora que Lo miro y Lo acepto y, desde este hoy eterno, coloniza también mi pasado y mi futuro porque se lo doy todo.
Parece demasiado maravilloso para ser cierto. La mente a veces se resiste a aceptar que somos coherederos del Reino, si lo aceptamos. Tan hermoso… y, aun así, cierto, lo más real de nuestras vidas. Un Dios que se ha hecho hombre por amor puede convertirnos en ciudadanos del Reino de la paz, el amor y la alegría.
Jesucristo, Rey del Universo y María, la Reina de todo lo creado, la que hizo posible el Gran Milagro, con su Sí eterno y nos quiere a su lado, por eso nos enseña a aceptar y guardar todo en el corazón. Queremos aprender, por eso no nos separamos de ella que, como Madre, nos va transformando, para hacernos dignos del Rey. En diasdegracia.blogspot.com, vemos a María como trono de Cristo (en la imagen del Santuario de Nuestra Señora del Henar, en Cuéllar) y guía hacia el Reino.
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