Evangelio de Marcos 4, 35-41
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca, hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!” El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?” Se quedaron espantados y se decían unos a otros: “¿Pero, quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”
Cristo en la tormenta del Mar de Galilea, Jan Brueghel el Viejo
Aquel que invoque el nombre del Señor será salvado.” El nombre es la persona misma. El nombre de Jesús salva, cura, arroja los espíritus impuros, purifica el corazón. Se trata de llevar constantemente en el corazón al muy dulce Jesús, de ser inflamado por el recuerdo incesante de su nombre bienamado y por un innegable amor hacia él.
Paisij Velichkovsky
Para adentrarnos con paso firme en el Camino de regreso a Casa, hace falta haber mirado cara a cara nuestros miedos y haberlos vencido. Como hemos repetido a menudo, creyente es el que no teme y un discípulo de Cristo ha de ser valiente, porque el miedo atenaza, paraliza, impide amar.
Sosiégate y sabe que Yo Soy Dios, dice el Salmo 46. Lograr la calma y conocer a Dios; no tenemos que hacer nada más que eso. Ponerse a tono con la Mente Infinita, saber que Jesucristo es el Señor, vivir en Su Presencia nos protege y nos libera también ahora, en estos tiempos raros, como hace dos mil años en Galilea. Es cuestión de permitir y de entregar. Sosiégate y sabe que Yo Soy Dios es la clave para serenarse y saber que Jesús, el Señor, salva.
Qué diferente es el miedo inquieto, angustioso y desasosegado, del santo temor, que es respeto y amor, el temor y temblor que Kierkegaard estudió en su libro. Tan diferentes como el dolor ciego e histérico lo es del sufrimiento consciente y sereno. Velad, estad despiertos…. Jesús nos quiere conscientes y libres, seguros y valientes. Un estado que solo se logra y se mantiene si se vive más allá de lo intelectual, con todo nuestro ser despierto.
Lo ilustra muy bien este cuento que recoge Krishnamurti:
Le preguntaron cierta vez a Uwais, el Sufí:
–¿Qué es lo que la Gracia te ha dado?
Y les respondió:
– Cuando me despierto por las mañanas, me siento como un hombre que no está seguro de vivir hasta la noche.
Le volvieron a preguntar:
– Pero esto ¿no lo saben todos los hombres?
Y replicó Uwais:
– Sí, lo saben, pero no todos lo sienten.
No basta con saber que Jesús salva, hay que sentirlo, vivirlo, integrarlo en uno mismo. Y la manera más rápida y efectiva es la que nos recuerda Santa Teresa: No os pido más que Le miréis.
Si, después de mirar cara a cara nuestros temores e inquietudes, dejamos de mirarnos el ombligo, de obsesionarnos con las viejas y repetidas canciones del ego y su existencia virtual y miramos hacia arriba, a Él, nuestro Origen y Destino, Alfa y Omega, conoceremos la Verdad, y la Verdad nos hará libres del miedo y sus sombras que no son nada, porque desaparecen cuando encendemos la luz del Amor. diasdegracia.blogspot.com
Jesús se lo decía a Luisa Piccarreta, para decírnoslo a todos nosotros: "no te encorves". Si nos miramos a nosotros mismos, nos encorvamos, perdemos de vista la realidad y nuestra Meta. Porque estamos llamados a vivir de Cielo. Los necios lo dejan para después de la muerte, cuando, tal vez, ya no puedan lograrlo. Los sabios se entrenan ya aquí, viven con los pies en la tierra, pero el corazón y la mirada en el destino de Gloria al que estamos llamados.
Él nos acompaña siempre, incluso cuando creemos caminar solos y perdidos, como en el poema Footsprints que adapta así Leona Lewis:
Siempre acompañándonos, guiándonos, llevándonos en sus brazos cuando nos faltan las fuerzas... Siempre a nuestro lado, Presencia silenciosa que nunca nos abandona, como canta con asombro T. S. Lewis en La Tierra Baldía:
¿Quién es el tercero que anda siempre a tu lado?
Cuando cuento, solo estamos tú y yo, juntos,
pero cuando miro hacia adelante, en el camino blanco,
siempre hay otro que anda a tu lado.
T. S. Eliot
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