1 de octubre de 2022

Fe: amor que cree. Vida viviente.


Evangelio según san Lucas 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor contestó: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.” 

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Nuestros conceptos crean ídolos, solo el “sobrecogimiento” presiente algo más de la realidad. 
                                                                                 San Gregorio Nacianceno

          La morera que se arranca a sí misma de raíz y se planta en el mar no es solo metáfora del poder que asiste al que se ha unido con Jesucristo, también puede ser símbolo de quien se atreve a soltar cuanto tiene y cuanto cree ser, desprenderse de todo, quedarse sin suelo bajo los pies, para alcanzar el nivel de la auténtica fe. En el fondo es lo mismo; me desapego de todo, llego a mi nada y me encuentro con el Todo, que llena mi vacío y me recrea, nueva y la misma, la versión original.

Porque, como vemos en diasdegracia.blogspot.com, la experiencia de la fe verdadera es, según expresión de Ruysbroeck, vida vivienteSeamos verdaderos creyentes, audaces y libres, ajenos a creencias, categorías mentales, seguridades, tras las que se esconde agazapada, siempre al acecho, la muerte. 

Renunciemos a esa actitud morbosa que nos hace aferrarnos a lo que creemos nuestro, lo conocido, lo seguro…, todas esas mediocridades, vanitas vanitatis, que nos mantienen separados y aletargados, tan lejos del amor que enciende y alimenta la fe.

Arráncate de raíz y plántate en el mar.
Renuncia a las seguridades vanas
que te ha ofrecido el mundo,
la tierra corrompida que te impide dar fruto
y destruye las flores antes de haber brotado.

Atrévete a plantarte en lo que muchos temen,
en la inseguridad turbulenta de las aguas.

Tal vez no logres llegar a la estable
arena silenciosa, ese légamo
que sueñas en las noches
en que olvidas tu nombre
y recuerdas la Voz
bautizándote, de nuevo cada vez.

Arráncate de raíz y plántate en el mar.
En una ola altiva o un remanso,
donde temas hundirte o parezca que flotar
sea un esfuerzo superior a tus fuerzas.

No tendrás más remedio que buscar
en tu corazón la raíz invisible
que nace de la Vida y alimenta
tus anhelos, y también tus vacíos,

para que todo ayude a afianzar el alma
precisamente aquí,
donde las aguas son turbulentas,
donde todo amenaza
con llevarte al naufragio
o a la desesperanza.

Arráncate de raíz y plántate en el mar.
Ahógate, naufraga, entrégate
al seno del mar, como si fueran
sus olas implacables esos brazos
que sostienen tu esencia,

mientras un cadáver de sirena,
o acaso de tritón,
se abre y se deshace dócilmente,
fruto maduro, néctar,
leche y miel su corazón,
conmoviendo, endulzando, transformando
el mar salobre en la placenta cósmica,
el cálido útero donde renacer.


Auméntanos la fe… ¿Cómo es tu fe? Situémonos en el no-lugar donde la fe ya no es necesaria. Quedará el amor. Vivamos ya como si solo quedara el amor. Ni la fe ni la esperanza serán necesarias, dice San Pablo, cuando veamos.... Tengamos delante la visión, como dice la segunda lectura de hoy (2 Timoteo, 1,6 - 8.13-14). Hemos visto, somos en Dios.

Soy en Dios por Su gracia.
Me pierdo en Su abrazo infinito
y soy gota de agua insignificante
fundida con Su Sangre Viva
que recrea los mundos
y recuerda los nombres
que nosotros aún
no recordamos.



                     Copying Beethoven (2006), Agnieszka Holland

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