27 de abril de 2024

Permanecer en Cristo

 

Evangelio según San Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.



El camino del cristiano lo encontró Aquel que es “el camino” y es una felicidad encontrarlo. El cristiano no se pierde en los rodeos y es salvado felizmente para la gloria.
                                                            Soren Kierkegaard

                             En Él vivimos, nos movemos y existimos.
                                                              Hechos 17, 28

Permanecer, menein, mutua inmanencia, una de las palabras que más aparece en el Evangelio de San Juan. Permanecer en Cristo, indisolublemente unidos a Él, para dar fruto y lograr la Obra que vinimos a realizar. Realizarla, cumplirla, y entregarla, es realizarnos (real-izarnos), cumplirnos, entregarnos. Pero antes hay que soltar, desnudar, quitar lo que sobra, como hace el escultor para que aparezca la figura que soñó. Es el sentido de la poda que hoy menciona el Evangelio.

Si no somos capaces de podarnos nosotros mismos, muriendo a lo que no somos para manifestar lo que somos, tarde o temprano seremos podados a fin de que el sarmiento no se seque, sino que sea alimentado por la misma savia que fluye por toda la vid.

Sarmiento y vid, individuo y Unidad, circulación de vida que nos nutre y comunica. Comunión, la maravilla del Amor, que nos permite ser completamente Uno sin disolvernos. Uno y distintos, no por conservar la personalidad transitoria e irreal, sino para seguir amando desde el Ser verdadero que Dios soñó para cada uno, en una interrelación eterna.

Un amor que está a salvo del desgaste y la entropía. Un amor que  crece, se expande sin cesar, continuamente revitalizado, siempre el mismo y siempre nuevo. Porque el Uno está tan lleno de amor que necesita reciprocidad; busca ese “tú” al que amar eternamente. Por eso el cristiano sabe que no ha de disolverse en la nada, que Dios ama a cada ser humano con su nombre real, Uno con Él y, a la vez, distinto. www.diasdegracia.blogspot.com 

Es la entrega a Cristo, Camino, Verdad y Vida, lo que nos permite unirnos a Él y que sea Él quien piense, sienta, haga en nosotros. Y cuando es Cristo quien vive en ti, en mí, somos capaces de hacer las obras que Él hizo e incluso mayores. Pero mucho más importante que las obras, los milagros, los imposibles realizados, es la comunión con Aquel que nos guía hacia el Padre. 

Por eso nos declaramos siervos inútiles tras haber cumplido nuestro deber, porque nos miramos en el primer Siervo y no queremos otra cosa que ser como Él, almas ligeras, sin pasado, sin futuro, pura Vida que brota de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Y lo vivimos con asombro y gratitud cada día, cada instante, compartiendo esta certeza, a veces en silencio, a veces con palabras que evocan la Palabra.

Hacemos nuestro una vez más el canto y el lema de los templarios (Non nobis domine), orden injustamente difamada, cuyo nombre original es Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón. No eran herejes, sino pobres siervos, como hemos de ser todos, humildes sarmientos de la Vid que es Cristo.

Non nobis, Domine

Himno compuesto por Patrick Doyle e inspirado por el Salmo 113:9. San Bernardo de Claraval, primer padre espiritual de la Orden de los Caballeros Templarios, se lo impuso como lema.

Resultado de imagen de evangelio domingo 14 de mayo 2017

Soy en Dios por Su gracia.
Me pierdo en Su abrazo infinito
y soy gota de agua,
fundida con Su Sangre
que recrea los mundos
y recuerda los nombres
que nosotros aún
no recordamos.

Él, más íntimo a ti que tú mismo, como decía San Agustín, no te deja un instante. Ya te ha dicho: “Eres mío, te quiero hasta el extremo, levántate, deja de buscarme afuera. Yo soy tu caricia sutil, tan sutil que estoy en tu piel y en tu carne. Búscame en ti, piénsame en ti, siénteme en ti, hasta que puedas mirarme cara a cara y saber que mi mirada nunca te ha faltado. Aunque tus ojos de carne no puedan verla, acostúmbrate a sentirla, con la certeza de que estoy contigo, más cerca que nadie, porque estoy en ti. Yo soy la culminación de todos los caminos que has seguido y que no te han alejado de mí, de ti, de esta unidad que somos. Vívela, aunque los sentidos, abotargados en este mundo de sombras e ilusión, a veces tengan que retirarse para dejar paso a esos otros sentidos más sutiles y afinados, más cercanos a la experiencia de comunión y amor infinito. Yo soy el Camino que recorres, la Verdad que buscas, la Vida que te da la existencia”.

20 de abril de 2024

Por Su nombre


Evangelio según san Juan 10, 11-18 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que al asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre. 


Resultado de imagen de el buen pastor catacumba domitila
El Buen Pastor, Catacumbas de Priscila


Libro de los Hechos de los apóstoles 4,8-12

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos: porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.”


Resultado de imagen de buen pastor murillo
El Buen Pastor, Murillo

La muerte no es el momento más importante y trascendental para la vida de un cristiano, como afirman muchos creyentes. El momento decisivo es aquel en que nos hemos abierto a Jesucristo y hemos puesto nuestra vida en Sus manos para con su ayuda, solos no podemos, poder llegar a ser auténticos discípulos, testigos de su Mensaje, apóstoles Suyos. 

Para el que escoge a Cristo como Camino, Verdad y Vida, Él es la piedra angular. Creer en Él nos da la vida eterna, porque el Verbo se hizo carne, se hizo debilidad para ser uno de nosotros y poder elevarnos con Él. Dios se abaja para elevarnos, por amor. Ya no somos solo carne, destino mortal, porque Él ha glorificado la carne, ha hecho del ser humano algo más que el cuerpo frágil y el alma adormecida, consecuencia de la caída. Él nos ha elevado y transformado, devolviéndonos la dignidad de los Hijos de Dios.

Desde entonces es fácil aceptar la multiplicidad, como una cara de la única moneda. Si, como dice Frithjof Schuon, la venida de Cristo es el Absoluto hecho relatividad a fin de que lo relativo se haga Absoluto, bendita relatividad, bendita multiplicidad, contemplada desde la esencia integral y unificada que nuestra condición restaurada de Hijos nos otorga.

Porque seguir al Buen Pastor, reconocer con Pedro que bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos,  nos permite recuperar la inocencia primordial, esa dimensión sin espacio ni coordenadas en la que todas las cosas y todos los seres son recreados en la Unidad, en un presente eterno, un único latido que trasciende las formas y los nombres ante el único Nombre, que siempre está viniendo.

Dichoso el que crea sin haber visto, es, como estamos recordando estos días de Pascua, la bienaventuranza de los hombres de hoy. Y, si nos fijamos bien, en ella están contenidas todas las demás. Si creemos de verdad, sin necesidad de apoyos sensibles, no con la mera “creencia” conformista, interesada o rutinaria de la mente, sino con la voluntad que nace de un corazón generoso, nos sentiremos siempre unidos a Jesucristo, y esa conciencia luminosa y transformadora nos llevará de regreso a Casa, porque Él nos dará la gracia necesaria para seguir amando hasta el final. Y el amor es mucho más que la fe, más que las obras y más que la fe con obras.

Domingo del Buen Pastor y Jornada de Oración por las Vocaciones, es lo que celebramos, www.diasdegracia.blogspot.com. Nuestra vocación de bautizados es ser de los Suyos, de los que nadie puede arrebatar de Su mano. 


                                                         The lord is my Shepherd

San Gregorio Magno habla así de Jesucristo como el Buen Pastor: 

"Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «Los que me aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.
Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.
Por ello dice también el Señor en el texto que comentamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre».
Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.
Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.
Busquemos estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que ya se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.
Que ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca, pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía."


14 de abril de 2024

Soy Yo en persona

 

Evangelio según San Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y cómo reconocieron a Jesús en el partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: “Paz a vosotros”. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo”. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: “¿Tenéis ahí algo que comer?” Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén”. Vosotros sois testigos de esto.


Desde ahora, a nadie conocemos según la carne; y aun a Cristo, si lo conocimos según la carne, ahora no lo conocemos así. 
                                                                                                 2 Corintios 5, 16 

Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
                                                                                                         Apocalipsis 3, 20

Jesucristo resucitado vuelve a salir hoy a nuestro encuentro para mostrarnos la Gloria de la Resurrección, abrirnos el entendimiento y recordarnos que nuestra realidad y nuestro destino son los mismos que los suyos. “¿No está escrito en vuestra ley: Yo os digo: sois dioses"?" (Juan 10, 34). El Resucitado quiere que vivamos ya como resucitados, con la plenitud que su victoria frente a la muerte nos ofrece, en el mundo pero sabiendo que no somos del mundo

Los antiguos egipcios creían que un corazón pesado, que no ha sabido soltar ni perdonar ni desprenderse de lo viejo, se hundiría en el infierno, mientras que un corazón ligero y libre, desprendido, renacido, llevaría al alma hasta su morada celestial. Si pretendemos seguir viviendo como hombres y mujeres “viejos”, que no se atreven a dejarlo todo y renacer, no podremos seguir al primer Hombre Nuevo el que, elevado sobre la tierra, quiere atraer a todos hacia Sí.

Porque, como dice Matta el Meskin: Cristo, en el momento de su muerte, portaba en su carne a la humanidad entera. Y Meister Eckhart nos anima a conectar con esa verdad que trasciende lo que la lógica del mundo abarca y el cerebro puede concebir: ¿Dónde está sentado Cristo? No está sentado en ninguna parte. Quien lo busca en algún lugar, no lo encuentra. Su parte menor se halla por doquier, su parte superior no está en ningún lugar

Ese Cristo abstracto, Verbo increado anterior a los tiempos, se ha hecho concreto por amor. Por eso pide a sus discípulos: “palpadme” y come delante de ellos un trozo de pez, un trozo de Sí (Ichtys). El Indivisible, aparentemente dividido para unificarnos, separado para integrarnos, con la inefable unión hipostática, para que abandonemos tras Él la representación de este mundo que ya está pasando

Él es Alfa y Omega, inicio y fin, pregunta y respuesta unidas, misión cumplida, obra entregada. El que traspasaron nos traspasa, nos transforma, nos devuelve la semejanza, nos guía en el camino de retorno al Hogar del que venimos y habíamos olvidado. www.diasdegracia.blogspot.com  

Y sigue Meister Eckhart: La señal de que alguien ha resucitado por completo con Cristo consiste en que busca a Dios por encima del tiempo. Busca a Dios por encima del tiempo quien busca sin tiempo. Es lo que da sentido a la existencia y permite crear la obra que es cada uno de nosotros, la que Dios soñó antes del tiempo, la que hemos venido a realizar y ofrecer. Esa es la referencia, la meta que nos hace darlo todo, incluso a nosotros mismos, sobre todo lo que considerábamos nuestra identidad y hoy lo estimamos en pérdida, como dice San Pablo.

Ya somos hombres nuevos, nueva creación; hemos muerto y resucitado con Jesucristo. Solo tenemos que creer en Él, y vivir en Él la vida que nos ha dado. Vivir en Él..., imaginarle, presentirle, esperarle, recrearnos en Su Presencia, porque está con nosotros, fiel a su promesa, hasta el fin de los tiempos. 

Es Él quien llama a la puerta y también quien sale a nuestro encuentro. Esa es la maravilla del cristianismo: el ser humano ya no tiene que elevarse por sus propias fuerzas, realizarse, acumular méritos, porque Dios mismo viene, se hace presente, Es, en cada uno. Y nosotros… ¿somos en Él? Sí, pero solo cuando soltamos nuestra voluntad humana para vivir en la voluntad divina. Es el, tantas veces repetido, morir a uno mismo, al pequeño yo, dormido y ciego.

Mientras vivimos, caminamos, hablamos, comentamos…, el propio Jesús se acerca. Arde nuestro corazón, como el de los discípulos de Emaús, que en la escena que hoy narra Lucas, comparten su experiencia con los demás discípulos. Arde nuestro corazón porque es ahí, en el corazón, el centro del ser, donde se produce el verdadero encuentro, la verdadera experiencia de Dios. Como a ellos, el mismo Jesús nos explica las Escrituras hoy si abrimos el corazón y escuchamos. Entonces arden nuestros corazones; Él los abrasa sin quemar ni consumir, con la llama de amor viva que transforma.

Y, además de las Escrituras, la Eucaristía, el Pan de Vida, que sacia definitivamente nuestro hambre y sed esenciales, y nos va uniendo a Él, asimilándonos a Él. Porque, como dice San Juan de la Cruz, el mayor grado de perfección a que está llamado el ser humano en esta vida es transformarse en Dios.

Hemos reconocido a Cristo, vida nuestra, volvemos a lo cotidiano, pero de otro modo, sabiendo que regresamos con Él a la Casa del Padre, sin engancharnos en lo transitorio. Ya podemos vivir como resucitados porque reconociéndole a Él, creyendo en Él, tenemos vida eterna con Él. 

Antes de que Jesús se les aparezca, los discípulos están dormidos, en los afanes,  han salido de ese estado de vigilia y verdad que Jesús había despertado en ellos. Por eso tienen miedo y están desencantados y embotados. Sus mentes se han separado de Él y han vuelto a los hábitos cansinos, los prejuicios, la queja… Pero anhelan volver abrir su corazón. Reconocer al Maestro les devuelve su íntima unión -Comunión- con la Vida verdadera, siempre nueva. Recuperan la capacidad de asombro, los ojos que ven y los oídos que escuchan…

Estoy a la puerta y llamo, Jésed 

Recordemos la preciosa oración de San Agustín, que expresa el gozo desbordante de los sentidos sutiles, que hemos de entrenar para alimentarnos del Pan de Vida con la actitud y entrega necesarias, esa atención vertical y plena que nos permite conectar con la verdad, la belleza y la bondad del Misterio: 

¡Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva! Tarde te amé. Tú estabas dentro de mí, pero yo andaba fuera de mí mismo, y allá afuera te andaba buscando. Me lanzaba todo deforme entre la hermosura que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo; me retenían lejos de ti cosas que no existirían si no existieran en ti. Pero tú me llamaste, y más tarde me gritaste, hasta romper finalmente mi sordera. Con tu fulgor espléndido pusiste en fuga mi ceguera. Tu fragancia penetró en mi respiración y ahora suspiro por ti. Gusté tu sabor y por eso ahora tengo más hambre y más sed de ese gusto. Me tocaste, y con tu tacto me encendiste en tu paz.

6 de abril de 2024

"Dichosos los que crean sin haber visto"

  

Evangelio según san Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto”. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

La incredulidad de Santo Tomás - Colección - Museo Nacional del Prado
     La incredulidad de Santo Tomás, Matthias Stom
            
En el blog hermano www.diasdegracia.blogspot.com, nos vuelve a hablar Santo Tomás, como otras veces nos habló aquí. Blogs que intercambian y comparten miradas, que van de la mano y se inspiran en ese Tercer Blog que no se lee con los ojos del cuerpo, ni se pronuncia con los labios y la lengua: el diálogo íntimo con el Maestro que a menudo nos pregunta: "¿por qué lloras?", "¿a quién buscas?", para que dejemos de creer que la vida es búsqueda, pérdida y duelo... Lo era, pero ya no. Jesucristo Resucitado hace que la vida sea encuentro y alegría, fuente continua de gracia y maravillas. El corazón humilde, sencillo, lleno de amor, hace de la gran pecadora una santa, del incrédulo, un creyente, audaz y libre.  Se trata de nuevo de aprender a mirar más allá de las apariencias, porque lo esencial, como dice el Principito, es invisible a los ojos.

Apariencia / Esencia…
Aparecer / Desaparecer
Ilusión / Realidad
Representación / Presencia
Sombra / Luz
Figura / Ausencia
Palabra / Silencio

En ocasiones, he intentado explicar y, sobre todo, explicarme, por qué escribo en dos blogs. ¿Insistente?, ¿indecisa?, ¿ambigua?, ¿contradictoria?

Dos blogs, uno aparentemente más ortodoxo y teológico (teología, el vano anhelo de llevar a Dios a la lógica o a la ciencia); el otro, aparentemente más literario, libre, abierto. Aparentemente…, apariencia de dos blogs, cuando es un único blog.

Dos blogs, porque yo también, como todos, vivo en el mundo sin ser del mundo, en la representación de este mundo que está pasando, aunque no queramos verlo. En el mundo, sin ser del mundo, con el anhelo de unidad que nos anima y nos mueve a todos, lo sepamos o no.

Dos blogs, como los pares de aforismos del, también aparentemente, heterodoxo Louis Cattiaux, que quedan unificados y trascendidos por un tercer aforismo, "aparentemente" difícil de comprender, pero sencillo si se nos abre el entendimiento.

Dos blogs que son tres. El tercero no hace falta escribirlo ni leerlo, se escribe solo y está al alcance de todos, porque pertenece al Reino, y allí se expresa en el idioma de los pájaros o canta con la música callada al Nombre sobre todo nombre, al Verbo, la Palabra, anterior a todas las palabras.

Tercer blog,  que estos otros dos sueñan y en el que se miran. Tercer blog, tercer canto, tercer poema…, único Poema, que no se escribe con bolígrafo ni pluma ni teclado, no se escribe con neuronas ni memoria limitada, Poema que, como todo lo que es de la Verdad, está ya escrito, y lo escrito, escrito está en esa dimensión de eternidad de la que somos y a la que regresamos.

Ya lo intuía el anónimo poeta del Romance del Conde Arnaldos, y lo cantaba con estilo paradójico, como se suele expresar lo inexpresable: Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.

                              Romance del Conde Arnaldos, Amancio Prada

Sigo escribiendo, "aparentemente" yo, en estos "aparentes" dos blogs, definitivamente locos para el mundo, o ajenos al mundo aunque sigan en el mundo. No podía ser de otra forma si su única referencia es ya, como la mía, un Dios que se hace Hombre por amor, un Rey que se deja humillar y asesinar como un delincuente y reina desde un patíbulo: nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Nosotros predicamos... Hoy -siempre es Hoy- se nos envía de nuevo -todo es Nuevo- a predicar, comenzando por Jerusalén, que eres tú y soy yo.

Todo empieza a desmoronarse en la representación de este mundo que pasa, está pasando, pero no queremos verlo. Hemos puesto un velo entre nosotros y esa realidad, un velo o telón que solo se levanta cuando el equilibrio ficticio y anestesiante es alterado por una enfermedad, una muerte o un magnífico desastre, que diría Zorba el griego, un acontecimiento aparentemente trágico que acaba revelando su centro de Luz, esa llama que encendió el primer Resucitado, alegría de los hombres, nuestro Camino de regreso a la Vida verdadera.

                                     Jesús, alegría de los hombres, Bach


                  ¿Quién es la Fe en el Reino de la Divina Voluntad? II