28 de noviembre de 2020

Ven, Señor Jesús

 

Evangelio según san Marcos 13, 33-37  

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad, entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!


El Juicio Final, Miguel Ángel

                                                               Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.

                                                 Efesios 5, 14

                                                                                                                           

El amor nunca acabará. Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento será eliminado. Porque conocemos a medias, profetizamos a medias; cuando llegue lo perfecto, lo parcial será eliminado.

                                                                                                         1 Corintios 13, 8-10


Ya en tiempos de Isaías, como vemos en la primera lectura de hoy, esperaban al "Libertador", con temor y temblor, conscientes de que la conversión del propio corazón hace que el Dios juez se transforme en Padre misericordioso. El Hijo del Hombre, el Libertador anunciado por el profeta, viene a salvarnos y viene ya, ahora, porque el día que caerá como un lazo sobre los habitantes de la tierra (Lucas, 21, 35) es hoy, siempre hoy.

Si velamos, como se nos pide insistentemente en las lecturas del Adviento que iniciamos, podemos percibir los signos que hemos ido leyendo en el Apocalipsis de Daniel, tan tremendo y tan actual, con sus bestias sanguinarias e implacables, finalmente vencidas por "una especie de hijo de hombre" (Daniel 7, 10-14). La liturgia no pretende atemorizarnos, sino espabilarnos. Es una llamada universal a despertar, vigilar, estar atentos, de pie, la cabeza levantada, el ánimo resuelto, porque el Libertador, el que era, el que es, el que viene (Apocalipsis 1, 8; 4, 8), está viniendo ahora para todos.

Es Quien nos salva, nos transforma y perfecciona para que estemos preparados. Las palabras proféticas del propio Maestro en el Evangelio del miércoles pasado (Lucas 21, 12-19), tan esperanzadoras para los que se mantengan fieles y velando, y la clara advertencia que hace hoy, nos animan a soltar lo que impide estar despiertos, preparados para vivir ya aquí el Reino de los Cielos, que está cerca, que está dentro si estamos firmes, unidos al Hijo del Hombre que vino, viene, vendrá, como nos recuerda abajo San Bernardo.

Las profecías no asustan ni inquietan si se vive todo con peso de eternidad. ¿Cómo va a temer quien se sabe habitado por el Espíritu Santo, y siente su fuerza y su poder? El que vive con esa consciencia, confiado y libre, no tiene miedo. Está informado de lo que sucede fuera, pero sabe que lo más importante es lo que sucede dentro. Atendemos a los cataclismos interiores, a las fuerzas interiores y las sometemos para hacer realidad los nuevos cielos y la nueva tierra.

Hoy empieza el Adviento, tiempo de espera, tiempo de penitencia también, aunque el mundo y sus trampas y veleidades pretendan que lo olvidemos, y tiempo de transformación. Estamos llamados a vivir la vida de Jesús desde el Nacimiento en nuestras propias vidas, porque Él vino a vivir las nuestras y rehacerlas.

Es hora de realizar el intercambio de vida que el Señor quiere, hora de asumir y realizar lo que Dios quiere para nosotros desde toda la eternidad, porque "hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos". (Efesios 2, 10).

Preparémonos para unirnos más a Jesucristo más en este nuevo Año Litúrgico que comienza, para recibirle, recordando su primera venida, y acompañarle hasta la Resurrección, sabiendo que es vida nuestra, la vida que hemos venido vivir  diasdegracia.blogspot.com.

Comienza la historia de amor con Aquel que viene a liberarnos y hacernos Sus hermanos, el que nos mantiene firmes hasta el final, como dice la segunda lectura (Corintios, 1, 3-9).

 

   257. Diálogos divinos. Unidad del Querer Divino


LAS TRES VENIDAS DEL SEÑOR. SAN BERNARDO

Justo es, hermanos, que celebréis con toda devoción el Adviento del Señor, deleitados por tanta consolación, asombrados por tanta dignación, inflamados con tanta dilección. Pero no penséis únicamente en la primera venida, cuando el Señor viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10), sino también en la segunda, cuando volverá y nos llevará consigo. ¡Ojalá hagáis objeto de vuestras continuas meditaciones estas dos venidas, rumiando en vuestros corazones cuánto nos dio en la primera y cuánto nos ha prometido en la segunda!

Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres (Ba 3,38)…; En la última, “todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron” (Lc 3,6; Is 40,5)… La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan.

De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y en la última, en gloria y majestad.

Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.


21 de noviembre de 2020

Rey de misericordia

 

Evangelio según san Mateo 25, 31-46 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre y todos los ángeles con él se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?” Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.” Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.” 

 

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Cristo del Perdón, Luis Salvador Carmona


                                       Jesús, acuérdate de mí, cuando llegues a tu Reino.

                                       Lucas 23, 42


Si leemos superficialmente el Evangelio de hoy, el tono del Maestro en su anuncio profético puede resultar amenazador e inflexible. Con una lectura más atenta, entendemos que está mostrándonos el funcionamiento de la Ley del Amor. ¿Cómo va a ser juez implacable el que dio Su vida en rescate por nosotros? Pero si profundizamos aún más, nos vamos acercando al corazón de Su Enseñanza. Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Uni-Verso, Uno, Único, el Verbo encarnado, muerto y resucitado para que todos seamos Uno en Él.

Vivir ya en el Reino pasa por la pobreza de espíritu que hace morir a uno mismo, negarse a uno mismo, para descubrir al Rey, y a los demás en Él. Solo así somos capaces de amar más allá de sensiblerías, cuando somos capaces de decir: "No yo, sino Cristo en mí" (Gálatas 2, 20). Es Él Quien ama en ti y a Quien amas cuando sirves, ayudas, entregas tu vida por los que tienes cerca.

¿Cómo reina Jesucristo en el mundo? Él ha de ser rey de tu corazón, de tus pensamientos de tu cuerpo, de tus bienes, de tu tiempo y de tu voluntad, de todo tu ser. Ha de ser el Señor de tu vida, gobernando sobre ella, llenando de Su gloria y majestad todo, con su cetro, que no es de oro, sino que es Su Corazón traspasado en la cruz, su corazón abierto dando vida. 

No he de hacer, sino dejarme hacer en todo lo que soy, fui, seré, tengo, tuve, tendré. Él va colonizando mi existencia, la llena de Sí ahora que Lo miro y Lo acepto y, desde este hoy eterno, coloniza también mi pasado y mi futuro porque se lo doy todo.

Parece demasiado maravilloso para ser cierto. La mente a veces se resiste a aceptar que somos coherederos del Reino, si lo aceptamos. Tan hermoso… y, aun así, cierto, lo más real de nuestras vidas. Un Dios que se ha hecho hombre por amor puede convertirnos en ciudadanos del Reino de la paz, el amor y la alegría.

Jesucristo, Rey del Universo y María, la Reina de todo lo creado, la que hizo posible el Gran Milagro, con su Sí eterno y nos quiere a su lado, por eso nos enseña a aceptar y guardar todo en el corazón. Queremos aprender, por eso no nos separamos de ella que, como Madre, nos va transformando, para hacernos dignos del Rey. En diasdegracia.blogspot.comvemos a María como trono de Cristo (en la imagen del Santuario de Nuestra Señora del Henar, en Cuéllar) y guía hacia el Reino.


 205. Diálogos Divinos. El Reino es un decreto


“Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una vez, pero vendrá de nuevo. Es su primera venida, pronunció estas palabras que leemos en el Evangelio: “Desde ahora veréis que el hijo del hombre viene sobre las nubes.” ¿Qué significa: “Desde ahora”? ¿Acaso no he de venir más tarde el Señor, cuando prorrumpirán en llanto todos los pueblos de la tierra? Primero vino en la persona de sus predicadores, y llenó todo el orbe de la tierra. No pongamos resistencia su primera venida y no temeremos la segunda.

(…) Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto así a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: “Venid, vosotros, benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber” y lo que sigue.

Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y dónde irán? “Id al fuego eterno.” Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? “El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. ¿Cuál es la mala noticia? “Id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” Los que se alegrarán por la buena noticia no temerán la mala. Esta es la justicia y la fidelidad de que habla el salmo.

¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es sino de él? Si dieras de lo tuyo, sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Tienes algo que no hayas recibido? Estas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.”
                                                                                                               San Agustín

14 de noviembre de 2020

"Cristiano, todo lo que hagas, recúbrelo de oro"


Evangelio según San Mateo 25, 14-30 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de un tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor”. Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.”


                                              El miedo y los talentos, Salomé Arricibita



Cristiano, todo lo que hagas, recúbrelo de oro*, 
o Dios no te será propicio, ni a ti ni a tus obras.”
(* oro del amor)

Angelus Silesius 

Llamó a mi corazón, un claro día, 
con un perfume de jazmín, el viento.

—A cambio de este aroma, 
todo el aroma de tus rosas quiero.

—No tengo rosas; flores 
en mi jardín no hay ya; todas han muerto.

Me llevaré los llantos de las fuentes, 
las hojas amarillas y los mustios pétalos. 
Y el viento huyó... Mi corazón sangraba...

Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?

                                                                    Antonio Machado


Hoy sé que el huerto, el jardín, la viña, la casa construida sobre roca…, todo es nuestro porque somos de Cristo, y Cristo es de Dios, como vemos en  diasdegracia.blogspot.com . Todo es nuestro, si reconocemos a nuestro Señor y ponemos a trabajar los dones y talentos que Él nos ha dado, para que, cuando regrese, podamos darle los beneficios y le entreguemos lo que nos dio, recubierto con el oro del amor, como dice Angelus Silesius en la cita de arriba. Amor, fuego que acrisola, disolución de lo que no es, para que quede lo que no se quemará: la gracia, la alabanza, el aceite de las lámparas que son nuestras almas, como veíamos el domingo pasado..

Mi Padre sigue actuando y yo también actúo (Juan 5, 17), dice Jesús en otro pasaje del Evangelio. Actuar, tener, hacer, Ser… Unidos al Él, aprendiendo Su abundancia, Su potencia, Su valentía, Su fidelidad. Así seremos como la mujer fuerte del Libro de los Proverbios, valiosa, bella y admirable por su corazón, honesto, puro, bien dispuesto y coherente.

El que esconde la moneda por miedo es el hombre dormido, que no se hace responsable de lo que le ha sido encomendado. Tibio, cobarde, desconectado de su Creador, no vive, sobrevive en la inquietud, la dispersión, la carencia, la mentira. Ni siquiera es consciente de que haya un Señor al que tendrá que rendir cuentas. Malvive replegado en su egoísmo y su pasividad, sin ver tampoco a los que tiene cerca. Los que ponen a trabajar los talentos y multiplican la riqueza que les ha sido confiada son siervos fieles, verdaderos discípulos.


                                   Copying Beethoven, Agnieszka Holland, 2006

Si nos refugiamos en lo seguro, en lo aparentemente estable, rechazando el riesgo, no podemos alcanzar los verdaderos tesoros, el oro del amor, destinado a los valientes. Oro, adoro, ad–oro, hacia el oro… Superemos límites, salgamos de las madrigueras, despertemos y pongámonos manos a la Obra sin miedo ni deseo, sin expectativas, sin búsqueda de recompensa, por amor al Arte, por amor a Dios.  


                           Mi Señor, ¿Qué sucedería si no hubiera Paraíso ni Infierno?

                           Se vería quién adora realmente a Dios.

Jarraqani



Dios esté en mi cabeza, Sir Walford Davies

7 de noviembre de 2020

De necia a sensata


Evangelio de Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!” Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apaga las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.


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La parábola de las diez vírgenes, Friedrich Wilhelm von Schadow


El amor nunca acabará. Las profecías serán eliminadas, las lenguas cesarán, el conocimiento será eliminado. Porque conocemos a medias, profetizamos a medias; cuando llegue lo perfecto, lo parcial será eliminado.
                                                                                                                  1 Corintios 13, 8-10

Debo reconocer que soy más necia que sensata. Me gustaría poder decir lo contrario, pero hay mucho en mí de dispersión, prisa y olvido de lo importante. A veces creo que se me va la vida en los afanes del mundo y me siento como esos malabaristas que mueven platos chinos y tienen que ir corriendo de uno a otro con el palito, para mantenerlos girando sin que se caigan al suelo.

Lo cierto es que soy aún muy necia, a pesar de tantos dones. Y recuerdo esa otra parábola que acaba así: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?” Este necio ignorante, de nescio, que literalmente significa “no sé”, fantaseaba con una buena “jubilación”, con seguridad material y placeres, pero cada uno ha de ver con qué sueña, como las vírgenes necias, a qué dedica sus esfuerzos, y sus imaginaciones, qué proyecta en lo material, lo social, lo familiar, lo intelectual, lo emocional, incluso en lo espiritual…

Porque nada de lo que hacemos o proyectamos nos lo llevaremos, si se queda en los límites de este mundo de sombras y vanidad. Y buena parte de esos proyectos, además, ni siquiera llegarán a concretarse, se quedarán en lo mental, en el ego y sus delirios de grandeza. No tendremos más que el amor que hayamos dado.

Mientras tanto, sé que soy mucho más necia que sabia, más necia que prudente, lo reconozco, pero me atrevo a decir con San Pablo “me basta Su gracia”, y confío en que el Señor colme todos mis vacíos, me ayude a reparar mis desvaríos y negligencias, haciendo de tantos errores y dispersiones, camino hacia la Vida. 

Necia soy aún, y no es una pose, sino una constatación objetiva: necia, ciega, sierva inútil que aprende a servir al único Señor. Si espero llenar mi alcuza de aceite con buenas obras, ni en mil años lo lograría. Mejor fijarme en la astucia del mayordomo que veíamos en el Evangelio del viernes, pero no para estafar ni engañar, sino astuta para el Reino, para "robar" el Paraíso, como hizo Dimas, tras una vida de olvido y egoísmo. 

Voy a ponerme cerca de la Fuente, que sea Su gracia la que llene mi pobre alcuza descascarillada. Cerca del Señor, y, sobre todo, por lo necia que he sido y soy, por lo miserable que he sido y soy, muy cerca de la mediadora de todas las gracias, la Santísima Virgen María, la verdadera Virgen sensata, sabia, diligente, que quiere que la imitemos.


Vírgenes prudentes, Kirk Richards


En el vídeo, escuchamos una canción de Cecilia. Así me siento yo, “nada de nada”, y también con sensación de final próximo, pues aunque viviera cincuenta años más, ¿qué son cincuenta años, o cien?…: una vela nocturna, un ayer que pasó... Como canta Cecilia, soy nada, pero no nada de nadie, o sí, nada de nada de este mundo, pero una tímida nada de Alguien, de la única Virgen sensata, para serlo también del Señor. 

Leo en Imitación de Cristo, de Thomas de Kempis: “Nada soy, Señor, nada puedo, nada bueno tengo de mí; mas en todo me hallo vacío, y camino siempre a la nada.” Tremenda verdad, desmoralizante, si no fuera porque no estamos solos. Somos guiados, acompañados, esperados por el propio Esposo al que veremos cuando atravesemos la puerta que da entrada al banquete de bodas, que es la vida eterna. 

Vírgenes necias o vírgenes sensatas, parecería fácil elegir lo que queremos ser y cómo queremos comportarnos, y no lo es; todo lo contrario. Para ser prudentes, tenemos el camino de considerarnos nada y mantenernos, no solo vigilantes, alerta, lo que es muy difícil, y todas dormían cuando llegó el Señor, sino, sobre todo, mantenernos unidos al que lo es Todo, el Esposo que aguarda, al otro lado de la puerta y, a la vez, dentro, en lo más íntimo del alma. Fundida nuestra voluntad humana, frágil, errática, a la Voluntad Divina, nuestra nada se llena de Su Todo.

Espero que Cecilia ha encontrado al Dueño de la nada que fue ella, como yo espero encontrar al Dueño de esta nada que soy. En realidad, ya hemos sido encontrados por Él, solo hace falta recordarlo cada día, cada instante. No sé si Cecilia lo supo, no sé si se dio cuenta y lo vivió. Tal vez sí, y por eso se fue pronto, para vivirlo a lo grande, porque la muerte es eso, encuentro, entrada en el banquete nupcial, dejando atrás el sueño y el olvido. Y podemos morir ya, morir sin morir para anticipar las primicias del Reino, viviendo con la Voluntad Divina como Vida, dejando que actúe, respire, camine, sufra y sea en nosotros 
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Las buenas obras unidas a la fe pueden apenas poner unas gotas de aceite en nuestra lamparilla, lo mínimo para poder encenderla, pero para que se mantenga encendida, necesitamos Su gracia. Mientras seguimos aquí, el aceite sigue gastándose con distracciones, dispersiones, caídas... Qué bueno es, entonces, mantener la lámpara cerca del gran depósito de aceite, que es María, la única Virgen sabia y lúcida. Ella nos enseña que no podemos encontrarnos con el Esposo si no hemos vivido con Él aquí el noviazgo necesario, mirándole, escuchándole, haciendo lo que Él nos dice. 

Es inagotable esta parábola... Se podría reflexionar durante años sobre la necesidad de estar atentos, en guardia, velando… Y si, hay que velar, vigilar, estar atentos, pero para la Vida. La atención cristaliza el alma, decía Gurdjieff, pero de nada valdría gestar un alma para el abismo. Nosotros queremos un alma preparada para Gloria de Dios, su único Dueño. Por eso, como María, queremos escuchar la Palabra y cumplirla para conocer al Señor y que Él diga que nos conoce cuando llegue el día y la hora. Porque el aceite es Suyo, la atención es Suya, y la gracia que nos hace dignos de entrar en el banquete, también es Suya. Así lo canta un himno de la Liturgia de las Horas:


“Tú revistes de música a los pájaros,
alimentas con pétalos la piedra,
introduces tu espíritu en mi barro
y me coronas rey de la materia.

Soy lo que tú me has dado, nada es mío,
y me reclamarás al fin los réditos.
Soy lo que con tus dones he crecido
y el ofrecerme a ti será mi mérito.

Deseo que mi vida te prolongue,
que tú habites mi cuerpo en esta tierra,
que en mi voz tu palabra inflame y logre
encender nueva luz en las tinieblas.

Y cuando me recibas en tu reino
me mires a los ojos y sonrías,
compruebes que ya es bueno tu universo
porque tu voluntad está cumplida.”


                                                         Nada de nada, Cecilia