28 de enero de 2023

Dichosos los pobres en el Espíritu

 

Evangelio de Mateo 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos. Y él se puso a hablar enseñándoles: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.

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                                               El Sermón de la montaña, Fra Angelico


Quiso dar, ante todo, a quienes le escuchaban, la idea de que el verdadero Reino de Dios se abría en el temblor del alma y en la voluntad de perfeccionamiento.
Daniel Rops


Creo tener la certeza de que no lograré la claridad y la sinceridad interiores, a menos que empiece a actuar consecuentemente con el Sermón de la Montaña. Y es que hay cosas por las que merece la pena comprometerse del todo. Y me parece que la paz y la justicia, o sea Cristo, lo merecen.

     Dietrich Bonhoeffer

El domingo pasado contemplábamos la vocación de los primeros apóstoles y recordábamos nuestra propia vocación. Hoy contemplamos las Bienaventuranzas, el núcleo del Sermón de la Montaña, cuyo centro es la sinceridad, la coherencia y la pureza de corazón que permite amar y comprender cómo es más importante la voluntad de perfeccionarse que la propia perfección. Ese anhelo de perfección, que en el joven rico no fue lo suficientemente fuerte o sincero, exige equilibrio, constancia y fidelidad. La audacia en el corazón es fundamental, unida a la confianza, una actitud limpia y un propósito claro. Para los sinceros, de corazón puro, que caminan en la voluntad del Señor, está predestinada la dicha eterna, la bienaventuranza plena. www.diasdegracia.blogspot.com

La ley que sostiene las Bienaventuranzas está grabada en el corazón del hombre. Estamos llamados a vivir desde nuestra verdadera esencia, y eso nos permite soltar los condicionamientos y la rigidez de ciertas reglas, para asomarnos a una vida espiritual más coherente. Entonces descubrimos el sentido del verdadero seguimiento y nos convertimos en discípulos, con todo lo que ello implica.

La relación con Dios y con nuestra identidad inmortal va haciéndose más real, trascendiendo ritos, formas e intermediarios, viendo en ellos un instrumento útil, imprescindible para muchos, pero sin confundirlos con el Fin. Comprendemos el sentido de la verdadera oración (Mateo 6, 5-8) y lo que significa adorar en espíritu y en verdad (Juan 4, 23-24). Se trata de interiorizar esa unión y vivir conforme al mandamiento nuevo, el Mandamiento del Amor que late en cada bienaventuranza.

Alcanzar ese estado, el de la vida, la alegría y el amor, supone tener la semilla enraizada y haber conectado con ese centro de nosotros mismos donde sabemos que somos eternos. Desde ahí podemos vivir con verdad, valor y transparencia, y logramos eso tan difícil para un mundo de justificaciones, pretextos, autodefensa y verborrea: decir sí cuando es sí y no cuando es no (Mateo 5, 37), para vivir desde la esencia. Hay tanta palabrería vana, tanta dispersión dialéctica en nuestras vidas, que a veces parece incluso hacernos olvidar hacia dónde caminamos.

Como San Pablo, gloriémonos en nuestra debilidad, con la alegría y la confianza del que sabe que hay Alguien que completa, restaura, perfecciona todo, toma los errores e incoherencias del pasado y las transforma en coherencia y propósito puro, claro, lleno de sentido.

Solo Él tiene Palabras de Vida; alimentémonos de ellas, soltando el ruido vano de la palabrería vana, que confunde y entretiene, impidiéndonos caminar en Su voluntad, Su presencia, Su verdad, que es Amor.

Lo importante es perseverar en la voluntad de seguir amando hasta el final. No es un logro concreto, como nos presenta siempre la lógica del mundo, sino un anhelo esencial de trabajar por el reino para que lo demás venga por añadidura.

                                63 Diálogos Divinos, Vivir la Divina Voluntad

21 de enero de 2023

Llamados a seguirle


Evangelio según san Mateo 4, 12-23 

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: “País de Zabulón y país de Neftalí,  camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”. Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: “Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando la Buena Noticia del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

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                      Vocación de Pedro y Andrés, Michel Corneille, el Joven

           Hoy nos recreamos en el arte. La pintura como fuente de inspiración y brújula para la oración. Pintores, escultores, arquitectos, músicos, poetas…, los artistas en general, al “activar” el hemisferio derecho del cerebro, el que permite la intuición, que solemos tener “adormecido” por potenciar más el izquierdo, de la lógica y la racionalidad, nos ayudan a ver lo que la mente racional nos oculta, y nos transmiten lo que está más allá de las palabras.

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                       Vocación de los apóstoles, Duccio di Buoninsegna

En la primera lectura de hoy (Isaías 8, 23b-9,3), los dualismos: tinieblas-luz, sombra-luz, se resuelven en la Unidad que da la alegría. Con Jesús, la Luz del mundo, se inaugura el Reino de la dicha. Hasta cinco veces aparecen las palabras gozo y alegría en apenas dos líneas.

La segunda lectura (1 Corintios 1, 10-13.17) sigue cantando a la Unidad que anhelamos y por la que oramos. Subraya la universalidad de la Salvación como mensaje, enseñanza y realidad.

La escena a la que hoy nos asomamos es inmediatamente posterior a las tentaciones del desierto y anterior al Sermón de la Montaña. Jesús, tras los cuarenta días de ayuno y oración en el desierto, deja Nazaret, su infancia y su juventud, para empezar su misión junto al Mar de Galilea.

Mateo, el evangelista para el pueblo judío, no solo deja bien claro que con Jesucristo se cumplen las profecías, sino que quiere subrayar que es continuador del mensaje de Juan, predicando la conversión para el Reino que se acerca. Somos testigos y destinatarios del poder transformador de la Luz de Cristo que es alegría y salvación, libertad y justicia, consuelo, vida nueva.

Si los apóstoles se fiaron de aquel rabbí sin apenas conocerle, cómo no fiarnos de quien nos ha dado la mayor prueba de amor con su muerte, y con su resurrección ha logrado la más clara demostración de credibilidad. Creemos sin ver, es cierto, y somos dichosos por ello, pero tenemos las pruebas que aquellos primeros discípulos no tuvieron: que Él es el Hijo de Dios, vencedor de la muerte.

La vocación de estos cuatro apóstoles es un ejemplo de disponibilidad, porque la decisión de aceptar la vocación supone una entrega y un seguimiento incondicionales. ¿Qué hacían Pedro, Andrés, Santiago y Juan cuando Jesús pasó junto a ellos y los llamó? Trabajaban en su oficio, atentos, porque si estuvieran dispersos, distraídos, en proyecciones vanas e ilusorias, como andamos casi siempre, no se habrían dado cuenta de Quién les llamaba y para qué. 

Eso es velar, hacer lo que hay que hacer, atender la necesidad del momento, serenos, atentos, a la espera de la llamada. Pero qué poco estamos hoy a lo que hemos de estar…; casi todos en el pasado muerto o el futuro ilusorio, en lo irreal, en las tonterías del mundo ilusorio, sin atender al presente, al afán de cada día…

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     Vocación de los apóstoles, Mosaico bizantino de San Apolinar, el Nuevo

Ellos ya están preparados para ser discípulos y servir. Tienen el corazón dispuesto para la compasión y la paciencia, tan necesaria para un seguidor de Aquel que no tiene donde reposar la cabeza. Por eso Él les hablará a ellos en privado, de un modo especial, diferente al que emplea cuando enseña en público, porque han dejado los valores materiales, en favor de los espirituales.

    La red material simboliza la mente convencional, inferior, desconectada del corazón. Es la actitud que separa e incita a poseer y acumular. Pero ellos eran ya capaces de soltar la ambición personal y cambiarla por la entrega, el servicio, el amor.
      
         La barca es símbolo de los “vehículos”, con los que nos movemos y actuamos en nuestra existencia terrena: intelectual, emocional y físico, tan llenos a veces de aparejos y lastre… Dejar la barca voluntariamente supone liberarse, renunciar, superar límites. Un discípulo está dispuesto a soltar y a seguir al Maestro, sin mirar atrás.

     Los apóstoles ya conocían a Jesús, lo sabemos por Juan (Jn 1, 37-38). Primero lo conocieron Andrés y el propio Juan, discípulos del Bautista. Jesús les preguntó: “¿Qué buscáis?” Ellos respondieron: “Maestro, ¿dónde vives?” Y Él les dijo: “Venid y veréis”. Qué diálogo tan profundo en su aparente sencillez, qué riqueza de significados para el alma del discípulo. No se puede decir más con menos palabras. Luego vino esa larga e íntima conversación que el Evangelio esboza, conciso y sutil (Jn 1, 39). Después, como en una danza de alegre generosidad, fue aumentando el grupo de los escogidos para seguir a Jesús. Andrés y Juan (siempre discreto cuando habla de sí mismo) se lo dijeron a sus respectivos hermanos mayores: Simón y Santiago (Jn 1, 40-42). Luego vino Felipe (Jn 1, 43), Natanael (1,47) y, más tarde, los demás.

Podemos suponer que ya habían tenido tiempo para madurar la decisión.. Por eso, cuando Jesús los invita a seguirlo y compartir su misión, no preguntan nada, dejan todo y lo siguen, porque la semilla ya estaba creciendo en su corazón desde el primer encuentro. Y se dejan hacer, transformar por Jesús en pescadores de hombres, de almas, como Él  www.diasdegracia.blogspot.com   .

    La metáfora de la pesca aparece a menudo en el Evangelio (Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20) y también en el Antiguo Testamento (Ezeq 47, 10; Hab 1, 14-15). El símbolo del pez, usado por los primeros cristianos para reconocerse, contiene la esencia de la Revelación. Las letras de la palabra pez en griego, Ichthys, son las letras iniciales de la frase: "Jesús, el Cristo, Hijo de Dios, Salvador".

        Ya no se trata solo de "pescar hombres", salvar almas, uniéndonos al Redentor. Ahora que la estrella nos guía y suena la trompeta (Libro de Cielo), se trata de fundirnos con Él y pronunciar el Tercer Fiat: "hágase Tu Voluntad, como en el Cielo, en la tierra" para que la humanidad vuelva al orden que se perdió con la primera caída. La llamada es personal, la respuesta es personal y ha de ser continuamente renovada, confirmada, mantenida, porque estamos desde la caída no estamos integrados, nuestro "sí" es condicionado, inconstante, infiel. Por eso, la respuesta hemos de darla en Divina Voluntad, fundidos con Jesús, y ratificarla una y otra vez, hasta que nuestra voluntad y la Suya se fundan al calor del Amor y sean Una sola.

            102. Diálogos Divinos. "Misión de la Divina Voluntad" 2

14 de enero de 2023

Luz de Luz

 

Evangelio según San Juan 1, 29-34 

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”.

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                                    La apoteosis del Cordero, Bernard Van Orley

El día de tu muerte sucederá que lo que tú posees en este mundo pasará a manos de otra persona. Pero lo que tú eres será tuyo por siempre.
                                                                                                      Henry Van Dyke

¿Cómo hemos vivido la Navidad? ¿Hemos dejado que nos transforme e iniciamos el 2020 como hombres y mujeres renacidos en Jesucristo? Vivir en la luz es ya posible con Aquel que es Luz de las naciones, como dice la primera lectura (Isaías 49, 3.5-6) y nos hace luz del mundo. Luz de Luz, porque existía antes de todo y nos guía en el camino de regreso a nuestro verdadero hogar. Porque la venida de Cristo no sucederá solo al final de los tiempos. Está aconteciendo ya, ahora, dentro de cada uno, para el que sabe reconocerlo. Yo soy la resurrección y la vida, nos dice cada día. Si Le escuchamos, descubrimos que, en un instante, cabe todo un universo.

Si vivimos conscientes de esta verdad, nos liberamos de la incoherencia y el sueño, el olvido y el pecado, que en arameo significa errar el tiro. Que nunca tengamos que escuchar las escalofriantes palabras que escuchó Gawain, el sobrino del rey Arturo.

Entonces el hombre bueno llamó a Gawain, y le dijo:
-Mucho tiempo ha pasado desde que fuiste hecho caballero, y desde entonces nunca serviste a tu Creador; y ahora eres un árbol tan viejo que no hay en ti hoja ni fruto; así que piensa que rendirás a Nuestro Señor la pura corteza, ya que el demonio tiene las hojas y el fruto.
                                                   La muerte de Arturo, sir Thomas Malory

Si vivimos recordando nuestro verdadero ser, que conecta con el Niño Divino, el Rey del Universo que aún evocamos en el pesebre, el Cordero de Dios que Juan nos señala, viviremos con Él y Él con nosotros (Emmanuel). Entonces no fallará nuestra puntería, no erraremos el tiro ni confundiremos lo infinito con lo perecedero, lo absoluto con lo limitado, no equivocaremos el camino… Tal vez entonces ni siquiera haya ocasión de confundirse, porque todo se habrá integrado, unificado, y la coherencia será, sea... ¡es! tan natural como respirar.

Agnus Dei, Mozart
Karajan, Filarmónica de Viena, Kathleen Battle

Un santo es una persona que ha descubierto su deseo más profundo. Entonces “hace lo que quiere”, que es también lo que quiere Dios. Su voluntad y la voluntad de Dios están en armonía, de modo que su vida se caracteriza por una paz, tranquilidad, libertad y alegría continuas, incluso – quizá especialmente – en las crisis y el sufrimiento. 
                                   Gerard W. Hughes 

Y escucho cómo el Señor me dice a mí, a ti, a todos, porque en Él estamos todos, y el alma se expande hasta sobrepasar el Universo: “deja todo lo tuyo, sé cómo Yo, sé Yo, para que, habiendo Yo sido tú, seamos Uno, sin dejar de ser el Amado y la amada que soñé antes de todos los tiempos.”

Solo estar con Jesús, en Él y para Él. Si estoy unida a Él, fundida con Él, toda mi vida es perfecta, porque Jesús la ha vivido por mí, y lo que yo debía haber vivido por Él, lo ha hecho, completado y perfeccionado Él. Sigamos adelante mirándole solo a Él, con una atención plena y continua. Recordémoslo una y mil veces: somos de Jesús, Él ha rehecho nuestras vidas y nos acompaña hasta el final en el camino de regreso al Hogar que nunca debimos abandonar. ¡Dios mío, lo quiero! Y todo será amor divino, plenitud, dicha inimaginable en la Jerusalén celestial que ya desciende sobre nosotros. www.diasdegracia.blogspot.com  

7 de enero de 2023

Hijos amados en el Hijo


Evangelio según san Lucas 3, 15-16.21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban sobre Juan, si no sería el Mesías. Juan les respondió dirigiéndose a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general, también Jesús fue bautizado. Y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado. El predilecto.”
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                                                    El Bautismo de Jesús, Perugino

                                                   La bienaventuranza que nos trajo era nuestra.
                                                                                                       Maestro Eckhart

Todas las lecturas de hoy hablan de libertad y consciencia, de confianza y gratitud, de fidelidad y amor, en definitiva, del Bien que Jesucristo nos anuncia y nos regala. Ese el sentido de la verdadera Bendición, fuente de paz y de alegría. Es lo que estamos escogiendo: la Divina Voluntad frente a la voluntad humana, la Vida, frente a la vida. 

A la Verdad original, en la que todos somos Uno, es hacia donde nos dirigimos para dejar de repetir los patrones de sufrimiento y egoísmo, esos “programas” de una “Matrix” cada vez más evidente, y más inofensiva, gracias a Aquel que vino a vencerla para que venciéramos con Él.

De esta victoria frente al mundo que Él viene a ofrecernos, hablan la primera y la segunda lectura (Isaías 42, 1-4.6-7 y Hechos 10, 34-38) y también el Salmo 28. Abrir los ojos a los ciegos, liberar a los cautivos y curar a los oprimidos por el diablo significa despertar a los que se creen separados, llevarlos a la Unidad, allí donde somos herederos del Reino, en los que el Padre se complace. Él nos ha escogido como hijos amados y predilectos desde siempre. Ya merecemos ese honor, esa dignidad, ese amor.

El Evangelio de hoy se centra en la Teofanía del Jordán, el bautismo de Jesús por Juan. Y está refiriéndose indirectamente a nuestro propio bautismo, siempre actual, porque cada instante de consciencia vivido en el amor y la unidad, podemos renovar las promesas bautismales. 

            Si contemplando el Belén con los ojos del cuerpo y, sobre todo, los del corazón, fuimos capaces de ver nuestro propio rostro en el del Niño, descansando en el regazo de María, bajo la mirada atenta de José, recibiendo los dones de los Magos, hoy podemos ser capaces de escuchar las palabras del Padre, dirigidas a cada uno de nosotros.  www.diasdegracia.blogspot.com

            El Bautismo es volver a la Fuente, en Su Agua viva nos renovamos, nos regeneramos para una Vida que no acaba. Porque esas palabras del Padre a cada uno no solo se escuchan en nuestro Bautismo, sino cada vez que recordamos nuestro origen y nuestro destino, renunciamos a lo que no somos y reconocemos nuestra verdadera esencia, ese nombre que Él nos dio antes de todos los tiempos.

           Cristo desciende al Río Jordán, se hace uno más entre el grupo de los pecadores que piden ser bautizados. También nosotros bajamos para subir, experimentamos esta vida material, con sus cruces y sus sombras, para morir y resucitar, iluminando la materia, elevándola con Él.

            El Bautismo es así un renacimiento: nacemos al descubrimiento de nuestra verdadera identidad, despertamos del sueño que nos hacía identificarnos con una persona (del griego, máscara) mortal y reconocemos quiénes somos realmente.

A veces hemos pretendido adulterar y rebajar la verdadera religión, cuya esencia es el intercambio, la comunicación y la unión del Espíritu de Dios con el espíritu del hombre, reduciéndola a fórmulas y ritos, a menudo vacíos por la superficialidad con que se viven. Esto ha separado a muchos de la Verdad y la Vida que se nos han manifestado en Jesucristo.

          Si no caemos en las redes de una falsa religión externa, sin contenido, y nos unimos a Jesucristo en Espíritu y en Verdad, somos vivificados por el Agua de Vida y el Fuego del Espíritu Santo que crea y regenera, sentimos el entusiasmo de ser en Dios y vivimos la libertad del Amor que nació en Belén, se manifestó ante los Magos, y se volvió a manifestar en el Jordán, cuando la Paloma bajó hacia Él y la Voz del Padre reveló su filiación divina.

Después de la Teofanía en el Jordán, Jesús necesitaba silencio y soledad, para poder mirar en lo más profundo de su ser, y reflexionar sobre el sentido de su misión. Busquemos también nosotros ese espacio solitario y silencioso donde discernir cuál es nuestra misión y prepararnos para ella.

                           44 Diálogos divinos. Bautismo

"Cada hombre, al nacer, recibe un nombre humano. Pero antes de que eso ocurra, posee ya un nombre divino: el nombre con el cual Dios, el Padre, le conoce y le ama desde siempre y para siempre. ¡Ningún hombre es anónimo para Dios! A sus ojos, todos tienen el mismo valor: todos son diferentes, pero todos iguales, todos llamados a ser hijos en el Hijo."                             
                                                                                                          San Juan Pablo II

5 de enero de 2023

La gracia es el regalo


Evangelio según san Mateo 2, 1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel»." Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

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Adoración de los Magos, David Jean

"Día de Reyes"; muchos olvidan que celebramos la Epifanía del Señor y viven un día de regalos, de intercambio, del agasajo efímero con que el mundo anestesia o hipnotiza. Para el mundo, generosidad significa "dar" en el sentido de "perder". Pero en el Reino, para Dios, generosidad significa "dar" en el sentido de "conservar". ¿Qué damos en realidad? ¿Cuál es el verdadero regalo? Nos lo muestra la estrella. Aquellos personajes enigmáticos que venían de oriente no fueron los únicos que vieron la estrella, pero sí fueron los únicos que habían logrado el dominio de sí necesario para seguirla. 

Damos testimonio de la Luz, de la estrella que nos guía, del Verbo original al que regresamos (www.diasdegracia.blogspot.com ). Damos testimonio como testigos directos del Misterio, y, al dar lo que hemos visto con los sentidos del alma, lo que hemos experimentado, comprendido, integrado, nos damos a nosotros mismos, entregamos la Obra que hemos venido a realizar (real - izar), nos cumplimos, en Aquel que nos hace reales y nos eleva. 

La Santísima Virgen María, protagonista junto a Jesús de la Navidad, nos enseña el sentido del regalo, porque es puro don; ella se da a sí misma y nos da a Jesús. Dando, conserva y multiplica, hace posible el Milagro. La gracia es el regalo. Jesús es la Gracia y viene a colmarnos de gracia y bendiciones. Solo Él puede responder a los anhelos más hondos del corazón.

La gente se afana comprando, vendiendo, intercambiando, deseando, regalando cosas materiales que siempre dejan un poso de amargura porque nunca se tiene bastante de lo que no se quiere realmente y el verdadero deseo del corazón es Dios. Nos creaste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti, dice San Agustín. 

El sermón que leemos a continuación, también de San Agustín, nos ayuda a profundizar en el Misterio del Verbo encarnado, valorar todos los dones y gracias que de Él proceden, y lo que contemplamos en los dos misterios que se celebran el 6 de enero y el siguiente Domingo: La Epifanía o la Adoración al Niño de los Magos y la Teofanía o el Bautismo de Jesús en el Jordán.


La fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. 

Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz. Por ti precisamente, Dios se ha hecho hombre.

Hubieses muerto para siempre si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca te hubieses visto libre de la carne del pecado, si él no hubiera aceptado la semejanza de la carne del pecado. Una inacabable miseria se hubiera apoderado de ti, si no se hubiera llevado a cabo esta misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si él no hubiera venido al encuentro de tu muerte. Te hubieras derrumbado, si no te hubiera ayudado. Hubieras perecido, si Él no hubiera venido.

Celebremos con alegría el advenimiento de nuestra salvación y redención. Celebremos el día afortunado en el que quien era el inmenso y eterno día, que procedía del inmenso y eterno día, descendió hasta este día nuestro, tan breve y temporal. Este se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención: y así -como dice la Escritura-: El que se gloríe, que se gloríe en el Señor. Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creer en el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por sí mismo, sino por Dios.

La verdad brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo.

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. No dice: “Nuestra gloria”, sino: La gloria de Dios; porque la justicia no procede de nosotros, sino que mira desde el cielo. Por tanto, el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, y no en sí mismo.

Por eso, después que la Virgen dio a luz al Señor, el pregón de las voces angélicas fue así Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. ¿Por qué la paz en la tierra, sino porque la verdad brota de la tierra, o sea, Cristo ha nacido de la carne? Y él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa: para que fuésemos hombres que ama el Señor, unidos suavemente con vínculos de unidad.

Alegrémonos, por tanto, con esta gracia, para que el testimonio de nuestra conciencia constituya nuestra gloria: y no nos gloriemos en nosotros mismos, sino en Dios. Por eso se ha dicho: Tú eres mi gloria, tú mantienes alto mi cabeza. Pues ¿qué gracia de Dios pudo brillar más intensamente para nosotros que esta: teniendo un Hijo unigénito, hacerlo hijo del hombre, para, a su vez, hacer al hijo del hombre hijo de Dios? Busca méritos, busca justicia, busca motivos; y a ver si encuentras algo que no sea gracia.
                                                                                         San Agustín. Sermón 185

                               Oratorio de Navidad BWV 248, J. S. Bach
                                       Llegada y Adoración de los Magos