2 de mayo de 2015

"Menein"


Evangelio de Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

 

 
El camino del cristiano lo encontró Aquel que es “el camino” y es una felicidad encontrarlo. El cristiano no se pierde en los rodeos y es salvado felizmente para la gloria.
                                                                     Soren Kierkegaard


Permanecer, menein, mutua inmanencia, una de las palabras que más aparece en el Evangelio de San Juan. Permanecer en Cristo, indisolublemente unidos a Él nos dar fruto, para lograr la Obra que vinimos a realizar. Realizarla, cumplirla, y entregarla, es realizarnos (real-izarnos), cumplirnos, entregarnos. Y para ello hay que soltar, desnudar, quitar lo que sobra como hace el escultor para que aparezca la figura que soñó. Es el sentido de la poda que hoy menciona el Evangelio.

Si no somos capaces de podarnos nosotros mismos, muriendo a lo que no somos para manifestar lo que somos, tarde o temprano seremos podados a fin de que el sarmiento no se seque, sino que sea alimentado por la misma savia que fluye por toda la vid.

Sarmiento y vid, individuo y Unidad, circulación de vida que nos nutre y comunica. Comunión, la maravilla del Amor, que nos permite ser completamente Uno sin  disolvernos. Uno y distintos, no por conservar la personalidad transitoria e irreal, sino para seguir amando desde el Ser verdadero que Dios soñó para cada uno, en una interrelación eterna.
 
Un amor que está a salvo del desgaste y la entropía. Un amor que  crece, se expande sin cesar, continuamente revitalizado, siempre el mismo y siempre nuevo. Porque el Uno está tan lleno de amor que necesita reciprocidad; busca ese “tú” al que amar eternamente. Por eso el cristiano sabe que no ha de disolverse en la nada, que Dios ama a cada ser humano con su nombre real, Uno con Él y, a la vez, distinto.

 

 
OLVIDO

                                                           No se comienza por aprender,
                                                           sino por recordar.
                                                                                           Ismail Hakki

Cómo anhelas la Luz,
pez boqueando,
a punto de morir
fuera del agua.

La Luz es tu placenta,
el medio necesario,
cálida vaina
que te protege
de tus penumbras,
de la sombra que eres
cuando olvidas tu herencia
y tu destino.

O cuando, separado
sarmiento de la vid,
te vas secando, estéril,
y antes de ser nada,
te miras en la nada
y no ves nada.


  

MENEIN                             

                                                               En él vivimos, nos movemos y existimos.  
                                                                                                              Hechos 17, 28

Este silencio vivo,
aquí, a tu lado,
más sabio y preciso
que tantos libros
aún por leer
o por escribir.

Este silencio hondo,
lúcido y fiel,
nos contiene a ti y a mí,
a nosotros que vamos
reconociéndonos,
los dos en uno.

El Uno en dos,
libres, despiertos,
conscientes de existir.




 
Ven, Señor Jesús, Hermana Glenda  
 

1 comentario:

  1. Muchísimas gracias por tu escrito. Me ayuda a vivir más hondamente, permaneciendo.

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