28 de abril de 2018

Permanecer en Cristo


Evangelio según San Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.




El camino del cristiano lo encontró Aquel que es “el camino” y es una felicidad encontrarlo. El cristiano no se pierde en los rodeos y es salvado felizmente para la gloria.
                                                                     Soren Kierkegaard

                          En Él vivimos, nos movemos y existimos.
                                                               Hechos 17, 28

Permanecer, menein, mutua inmanencia, una de las palabras que más aparece en el Evangelio de San Juan. Permanecer en Cristo, indisolublemente unidos a Él nos hace capaces de dar fruto, para lograr la Obra que vinimos a realizar. Realizarla, cumplirla, y entregarla, es realizarnos (real-izarnos), cumplirnos, entregarnos. Y para ello hay que soltar, desnudar, quitar lo que sobra como hace el escultor para que aparezca la figura que soñó. Es el sentido de la poda que hoy menciona el Evangelio.

Si no somos capaces de podarnos nosotros mismos, muriendo a lo que no somos para manifestar lo que somos, tarde o temprano seremos podados a fin de que el sarmiento no se seque, sino que sea alimentado por la misma savia que fluye por toda la vid.

Sarmiento y vid, individuo y Unidad, circulación de vida que nos nutre y comunica. Comunión, la maravilla del Amor, que nos permite ser completamente Uno sin  disolvernos. Uno y distintos, no por conservar la personalidad transitoria e irreal, sino para seguir amando desde el Ser verdadero que Dios soñó para cada uno, en una interrelación eterna.

Un amor que está a salvo del desgaste y la entropía. Un amor que  crece, se expande sin cesar, continuamente revitalizado, siempre el mismo y siempre nuevo. Porque el Uno está tan lleno de amor que necesita reciprocidad; busca ese “tú” al que amar eternamente. Por eso el cristiano sabe que no ha de disolverse en la nada, que Dios ama a cada ser humano con su nombre real, Uno con Él y, a la vez, distinto. www.diasdegracia.blogspot.com

Es la entrega a Cristo, Camino, Verdad y Vida, lo que nos permite unirnos a Él y que sea Él quien piense, sienta, haga en nosotros. Y cuando es Cristo quien vive en ti, en mí, somos capaces de hacer las obras que Él hizo e incluso mayores. Pero mucho más importante que las obras, los milagros, los imposibles realizados, es la comunión con Aquel que nos guía hacia el Padre. Por eso nos declaramos siervos inútiles tras haber cumplido nuestro deber, porque nos miramos en el primer Siervo y no queremos otra cosa que ser como Él, almas ligeras, sin pasado, sin futuro, pura Vida que brota de Aquel que hace nuevas todas las cosas. Y lo vivimos con asombro y gratitud cada día, cada instante, compartiendo esta certeza, a veces en silencio, a veces con palabras que evocan la Palabra.

Hacemos nuestro una vez más el canto y el lema de los templarios (Non nobis domine), orden injustamente difamada, cuyo nombre original es Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón. No eran herejes, sino pobres siervos, como hemos de ser todos, humildes sarmientos de la Vid que es Cristo.

Non nobis, Domine
Himno inspirado por el Salmo 113:9 . San Bernardo de Claraval, primer padre espiritual de la Orden de los Caballeros Templarios, se lo impuso como lema.

Resultado de imagen de evangelio domingo 14 de mayo 2017

Soy en Dios por Su gracia.
Me pierdo en Su abrazo infinito
y soy gota de agua,
fundida con Su Sangre
que recrea los mundos
y recuerda los nombres
que nosotros aún
no recordamos.


Él, más íntimo a ti que tú mismo, como decía San Agustín, no te deja un instante. Ya te ha dicho: “Eres mío, te quiero hasta el extremo, levántate, deja de buscarme afuera. Yo soy tu caricia sutil, tan sutil que estoy en tu piel y en tu carne. Búscame en ti, piénsame en ti, siénteme en ti, hasta que puedas mirarme cara a cara y saber que mi mirada nunca te ha faltado. Aunque tus ojos de carne no puedan verla, acostúmbrate a sentirla, con la certeza de que estoy contigo, más cerca que nadie porque estoy en ti. Yo soy la culminación de todos los caminos que has seguido y que no te han alejado de mí, de ti, de esta unidad que somos. Vívela, aunque los sentidos, abotargados en este mundo de sombras e ilusión, a veces tengan que retirarse para dejar paso a esos otros sentidos más sutiles y afinados, más cercanos a la experiencia de comunión y amor infinito. Yo soy el Camino que recorres, la Verdad que buscas, la Vida que te da la existencia”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario