21 de mayo de 2012

Profecías


           
Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Alberto Durero



            Porque habrá una gran tribulación como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. Y si no se acortan aquellos días, nadie podrá salvarse. Pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días. Y si alguno entonces os dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos para engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos. Os he prevenido. Si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “En los aposentos”, no les creáis. Pues como el relámpago aparece en el oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres.
                                                                                               Mt 24, 21-28


 

                          Cuando quiero saber las últimas noticias, leo el Apocalipsis.

                                                                                                      Léon Bloy


            ¿Tú crees en las profecías por ti misma o porque confías en nosotros? Me lo preguntó un amigo, antes de iniciar su peregrinaje a Medjugorje.          
            ¿Creo en las profecías? ¿Confío en él, en ellos? ¿En quién confío? ¿En qué creo?
            Creo en la Palabra de Dios, que ha hablado muchas veces a través de sus profetas. Creo en Jesucristo, la Palabra definitiva del Padre y en su enseñanza. Creo en el Amor.
            No creo a pies juntillas en todo lo que dicen los profetas actuales. Hay mucha cizaña entre el trigo y montones de paja para algunas perlas. Como en nosotros mismos crecen juntos el trigo y la cizaña.
            Sí creo en las profecías intemporales de los textos sagrados y creo, porque lo estoy descubriendo y experimentando sobre la marcha, que las profecías verdaderas, de ayer, de hoy, de siempre, tienen que ver conmigo, con cada uno de nosotros, si sabemos verlo y vivirlo.
            Los tsunamis, las purificaciones del planeta, los tornados que arrasan todo, los terremotos que te dejan sin suelo bajo los pies, los cometas que colisionan, los dos soles, la señal en el cielo, el gran aviso, el milagro, los días de tinieblas… ¡Todo dentro!
            No sé si sucederá tal como profetizan, y tampoco me preocupa cuándo. Lo que sí sé es que, en este bendito "mientras tanto", estoy viviendo un proceso transformador fuerte, profundo, Dios quiera que decisivo, en mi interior.
            Se está realizando una gran conversión, muchos han muerto ya dentro de mí, algunos agonizan, queda algún rebelde en clara minoría, otros van despertando y comprendiendo, preparándose para ponerse definitivamente al servicio del Reino.
            Y llegarán los nuevos cielos y la nueva tierra, donde vivir en paz, amor y armonía, si somos capaces de volver a nacer, de agua y espíritu, nuevos, transformados.


Apocalipsis. Raymonde Pagegie



            Días después de reafirmarme en la necesidad de vivir los mensajes proféticos de un modo personal e interior, dejando que nos transformen y armonicen, aunque seamos testigo de procesos exteriores simultáneos, leo en La palabra en el corazón del cuerpo de Annick de Souzenelle:

            “El profeta no predice el porvenir, él “ve los cielos abiertos”, dice la Biblia, entra en el tiempo interior del Hombre (…) Es un tiempo divino que incluye y supera a la vez nuestro pasado–presente–futuro. El profeta bíblico ve lo realizado y lo no realizado que abarca el presente de los hombres, y presiente a la humanidad como en gestación de sí misma. Por lo tanto, está en relación directa con “lo que se cumplirá” en el plano esencial. Pues bien, este también se manifiesta en el nivel existencial, y es así como puede haber concordancia entre los hechos exteriores y los decires del profeta. Pero semejantes correspondencias, en cierta forma, acaecen por añadidura; la única finalidad de la palabra profética es ponernos en relación con la Palabra que nos habita.”

            De nuevo agradezco estas sincronías y "causalidades" que, sin dejar de asombrarme, cada vez son más frecuentes.

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