1 de julio de 2012

Talitha qumi

                                    

Johann Friedrich Overbeck, La resurrección de la hija de Jairo
La resurrección de la hija de Jairo, J. F.Overbeck



                                                              Ahora estamos dormidos; cuando morimos, despertamos.

                                                                                                         Aforismo sufí


Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Y después de entrar les dijo: “¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.” Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la tomó de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: “Contigo hablo, niña, levántate”). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años-. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

                                                                                     Marcos 5, 38-43



Ya soy una mujer, me casé y tuve tres hijos, pero sigue en mí la niña de doce años que aquel rabí despertó.
No sé bien lo que soñé antes de que él me tocara y me hablara. Fue algo bonito y alegre, lleno de luz, pero quedó borroso, como un paisaje al amanecer.
Al despertar sentí un hambre rara, como si nunca hubiera comido o como si volviera de un larguísimo viaje. Por eso él dijo que me dieran de comer.
Nada me sació totalmente desde entonces, solo el recuerdo de su mano cogiendo mi mano, su mirada y su voz haciéndome nueva, recreándome. La misma niña, ya casi mujer, la misma niña, pero despierta.
Su voz era tan clara y profunda como las aguas del lago de Genesaret. Y su mirada también hablaba, de amor ilimitado y confianza, de vida verdadera.
Cómo no despertar si esos ojos te miran, esa mano te toca y esa voz te dice: Talitha qumi, que significa: "contigo hablo, niña, levántate".
Sigo despierta, en este mundo donde casi nunca se está completamente despierto, pero le sueño, evoco su presencia y anhelo el momento en que vuelva a encontrarle, para dejarme despertar por Él y que esta vez sea para siempre.
Incluso años después, mi madre siempre contaba que aquel hombre era muy misterioso, no entendía por qué hizo salir a todos de la habitación antes de acercarse a mí. Yo sí lo entiendo, ahora entiendo mucho más de lo que puedo contar. Él no quería ser aclamado ni exhibir el poder que emanaba de sus manos, de su voz y sus ojos, de su presencia. Él no quería que nadie le siguiera por sus milagros, sino por él mismo. Quería despertarme, y despertar a todos, con firmeza y cuidado amoroso, con sencillez y un hondo silencio, solo interrumpido por las palabras precisas, sin ostentación ni alboroto.
La vida no tiene sentido si no sabes por qué estás aquí. Yo ya lo sé y lo vivo plenamente cuando despierto cada mañana, cuando contemplo y admiro la belleza efímera de una flor, o cuando de noche escucho el silbido del viento expresando todo el dolor y toda la dicha del mundo a la vez. Lo sé cuando pienso en él y vuelvo a oír Talitha qumi: "contigo hablo, niña, levántate".
Sigo despierta, vivo despierta, soñándole, esperando el despertar definitivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario