14 de enero de 2017

Este es el Hijo de Dios


Evangelio de Juan 1, 29-34 

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo: “He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.

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        El Bautismo de Jesús, Verrocchio. (Algunas partes se atribuyen a Leonardo da Vinci)


Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.
                                                                                           
                                                                                                                 1 Juan 3, 2


El domingo pasado nos experimentamos como Hijos amados, predilectos del Padre, llenos de su Espíritu para dar testimonio de la Buena Nueva: que Dios es Amor, acogida para todos.

Las lecturas de hoy hablan de escucha y disponibilidad, de salvación, universalidad y unidad en el origen, el propósito y el regreso a lo que somos por el Cordero de Dios que Juan nos señala. Unidad en Alfa y Omega, que es Cristo.

           Porque Jesús sumerge en las aguas al viejo Adán, y, al salir del agua, eleva con él a todo el universo, divinizando al ser humano y abriendo el Reino de Dios a todos. Comienza la nueva creación, un mundo nuevo, no regido ya por la ley sino por el Amor. Pasamos así del Antiguo Testamento al Evangelio, de la antigua, a la Nueva Alianza, del símbolo, a lo Real. Por eso dice San Pablo: "...os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo y en todos." (Colosenses 3, 9-11).
Pasamos de la separación y el egoísmo, a la Unidad, mirándonos en Jesús, viéndonos en  Él, conociéndonos en Él. Cristo no está dividido, y los que decimos ser sus seguidores tampoco podemos estar divididos. El fuego que trae el Espíritu fundirá las diferencias para que seamos Uno, como El Hijo y el Padre son Uno, pues Jesús es el Verbo, anterior a todo (www.diasdegracia.blogspot.com). El Espíritu Santo y el fuego con que Cristo nos bautiza van transformando en espíritu todo lo que es puramente material, en luz, las sombras, en paz, los conflictos, en gozo, el sufrimiento.
 Ver, dar testimonio, conocer... Son las claves del Evangelio de hoy y del camino cristiano. El que ha visto puede dar testimonio. Pero ver con los ojos no es conocer, para conocer es necesario mirar más allá del sentido físico, mirar con el corazón, el único que, mirando, ve y conoce, vive la alegría y la confianza en plenitud. Solo así se puede cumplir la Voluntad del Padre, que es otra de las claves de las lecturas de hoy. 

Ponerse a tono con la Mente Infinita, sosegarse y saber que Él es Dios, como canta el Salmo 46, vivir en la Presencia de Jesucristo, cumplir Su voluntad para que el Padre y Él hagan morada en nosotros..., son otras claves de las lecturas de hoy, y todas hacen referencia a la misma realidad, esa Comunión con Cristo que nos libera de lo que no somos y nos recuerda nuestra esencia de Hijos amados.

       

                                                    Salmo 39, Igor Stravinsky

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