9 de agosto de 2011

Edith Stein




            Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein para el mundo, judía, filósofa, convertida al catolicismo, monja carmelita, mártir, víctima del exterminio judío, canonizada en 1998 y declarada co-patrona de Europa en 1999.

Algunos de sus pensamientos:

            Yo soy una impotente y pequeña Esther, pero el rey que me ha escogido es inmensamente grande y misericordioso.

            El Señor es paciente y rico en misericordia. En su providencia también puede sacar provecho de nuestras faltas, si se las ponemos delante del altar.

            El hombre está llamado a ser el salvador de toda criatura. Y lo puede ser en la medida en que se redime a sí mismo.

            Una mujer fue la puerta a través de la cual Dios entró en la humanidad.

            Cada oración auténtica es el fruto de la unión con Cristo y al mismo tiempo un refuerzo de esa unión.
    
            Quien pertenece a Cristo tiene que vivir toda la vida de Cristo.

            Lo que podemos y tenemos que hacer es abrirnos a la gracia.

            Todo hablar sobre Dios presupone que Dios hable.

            Cristo es la revelación corporal de Dios. Sólo se puede reconocer esto cuando se está tocado por Él. Cuando se cree en Él.

            El hombre está llamado a tomar su vida en serio. Como esto solo es posible desde su interior,  solo desde aquí puede encontrar el puesto que tiene asignado en el mundo.

            Lo que Dios obra en nuestro interior durante las horas de meditación no se percibe a simple vista. Pero supone una gracia tan grande, que todas las demás horas de la vida están agradecidas e influidas por este tiempo de meditación.

            Quien visita a Jesús Eucaristía y se aconseja con Él en todas sus necesidades, quien se deja purificar por la fuerza divina que mana del Sacrificio del Altar y se ofrece a sí mismo al Salvador con este Sacrificio, quien en la Comunión lo recibe en lo más hondo del alma, ese se sentirá atraído más y más hacia la corriente de la vida divina, crecerá en el Cuerpo Místico de Cristo y su corazón de configurará de acuerdo con su Corazón.

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