8 de abril de 2012

Resucitar con Él


Antonio Allegri Da Correggio's Noli Me Tangere
Noli me tangere, Correggio


            Pero aún no se dieron mucha cuenta de que el mundo había muerto en la noche. Lo que aquellos contemplaban era el primer día de una nueva creación, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y con aspecto de labrador, Dios caminó otra vez por el huerto, no bajo el frío de la noche, sino del amanecer.
                                                                                              Chesterton


            María Magdalena es la primera testigo de la Resurrección, por eso puede dar testimonio de ella. Nosotros también somos testigos de cómo el poder del Resucitado nos sigue rescatando de las fauces voraces del egoísmo, el hedonismo, la vanidad y la mentira. Es el mismo poder, la misma fuerza salvífica que nos anima, nos ayuda a levantarnos cada vez que caemos y dar a nuestras vidas un sentido cada vez más acorde con nuestra verdadera identidad.
Dichosos los que crean sin haber visto. Y creer es realizar en la propia vida la misma experiencia de la vida de Jesús. Creer es sentir su presencia en nuestras vidas, recordando que Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo y que, antes de subir al Cielo, dijo: no temáis, pues yo he vencido al mundo. Si Él ha vencido al mundo por nosotros, también lo hemos vencido con Él.
La Resurrección, ese misterio inexplicable, se vuelve accesible cuando, con el corazón abierto, expandimos la consciencia y aprendemos a mirar más lejos, más alto, más hondo. Entonces recuperamos los ojos que ven y los oídos que oyen, y descubrimos que el labrador no es tal, y, al oír nuestro nombre en Su voz recuperada, volvemos a nacer, resucitamos.
            Si creer en Él supone, como desveló a Marta, no morir para siempre, creer en su Resurrección es ya resucitar. Creer en Él, tratar de vivir como Él, hacer nuestra Su experiencia… María fue la primera testigo de la resurrección, la primera resucitada. El Suyo es el Cristo Resucitado, porque también supo hacer suyo al Jesús que recorría los caminos polvorientos y enseñaba, curaba, ayudaba, perdonaba, Aquel que no tenía donde reposar la cabeza. Pero, sobre todo, porque hizo suyo al Jesús crucificado, siendo fiel hasta el final, como casi nadie, como la Madre, como Juan, el apóstol amado, con quien tanto comparte la discípula amada.
            Resucitar con Él para seguir amando y ayudar a los demás a alumbrar la nueva vida, para vivir de verdad, porque hemos perdido demasiado tiempo sobreviviendo o dormitando. Dice Thomas Keating: “La segunda venida de Cristo puede ocurrir de dos maneras: con el final de los tiempos (sólo Dios sabe cuándo) o por nuestro acceso a la dimensión eterna dentro de nosotros.”
Cuando uno descubre, como María, que no puede vivir sin Él porque sin Él no es nada y con Él lo es todo, empieza a buscarle dentro, hasta que logra acceder dentro de sí a la dimensión en la que ya es uno con Él y con los hermanos. 
Resucitar con Él, hoy y cada día, hasta la definitiva Resurrección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario